En 2020 cuando Donald Trump firmó el T-MEC, se acordó su revisión en 2026 sin importar quien fuera presidente en México o Estados Unidos. Esta revisión muy probablemente se convertirá en una renegociación donde debemos esperar que los 3 países quieran incluir nuevos aspectos de la relación comercial y ello genere elevadas tensiones, pero dependerá en gran medida del enfoque que los negociadores le den al mismo.
Lo primero que debemos entender es que las economías de Estados Unidos y México son muy diferentes. La norteamericana es intensiva en capital, en tecnología, con sueldos altos, mientras que México es intensivo en mano de obra, con poca tecnología propia y en consecuencia sueldos baratos.
Un segundo punto muy importante, es que no existe ninguna economía que sea autosuficiente en todos sus productos. Todos los países necesitan importar bienes de otros países, para poder ofrecer a su población una mayor variedad y mejores precios, además de poder enfocar su industria y población, en actividades de mayor valor económico o donde tienen ventajas competitivas mayores que otros países.
A nivel geopolítico, el mundo ha dejado atrás la globalización que imperó entre 1990 y 2016. Actualmente hay bloques comerciales, liderados por Estados Unidos de un lado y China del otro lado. Estados Unidos no necesita competidores, necesita aliados.
Barack Obama decía en 2010: “no nos interesa crear en Estados Unidos sueldos de 10 dólares la hora, hay otros países que estarán muy contentos con esos ingresos, pero nosotros no”. Trump tampoco quiere crear sueldos bajos.
Tomando en cuenta todo lo anterior, en lugar de pensar en una pelea de aranceles entre México y Estados Unidos, la revisión del T-MEC debiera convertirse en la plataforma para que las empresas norteamericanas que todavía operan en China, y que requieren pagar salarios no tan altos como los que se pagan en su país, traigan sus operaciones a México donde ingresos semanales de 8,000 pesos, son un buen sueldo, aunque en Estados Unidos eso signifique vivir por debajo de la línea de pobreza.
México puede generar gran cantidad de hidrógeno verde para impulsar la economía norteamericana, además de convertirse en potencia maquiladora de equipos médicos, ofrecer servicios de turismo médico incluso, y ser un asilo barato para la población norteamericana que envejece, mientras jóvenes mexicanos de forma legal, trabajan en Estados Unidos en diversos sectores.
Así como actualmente todos los días despegan aviones en el Bajío mexicano, con rumbo a Estados Unidos cargados de frutas, verduras, hortalizas y gran variedad de productos; esto puede aumentar de forma considerable, permitiendo a los productores norteamericanos enfocarse en productos de mayor valor agregado.
Lejos de pensar en una guerra de aranceles, donde ambos países salen perdiendo y generan descontento en la población de ambos países por la pérdida de poder adquisitivo y el cierre de mercados para sus productos, México debe proponer una estrategia de mayor compenetración comercial con Estados Unidos, para hacer frente a China.
México puede ganar mucho, si entiende su papel como aliado y no como competencia por nuevas inversiones norteamericanas.
De este y otros temas, podemos hablar en el chat….
Carlos López Jones, es Director de Consultoría Empresarial en Tendencias Económicas y Financieras
Columnista, conferencista y colaborador en radio y TV en temas especializados de economía y finanzas
En X: @Carloslopezjone